Y tú, ¿qué?

Hoy, escuchando la radio, en algún programa de la parrilla de La Ser, debatían sobre la felicidad. Alguien acaba de escribir un libro contando su experiencia vital. En una cosa estaba de acuerdo con los contertulios. A veces, cuando nos ponemos a recordar, descubrimos que en un momento determinado, o en una época concreta, fuimos felices y sin embargo no lo disfrutamos. No fuimos conscientes que lo éramos y solo al echar la vista atrás, conseguimos verlo.
Mucho podríamos escribir sobre este tema, ¿verdad?. Sin embargo te lanzo una propuesta: si te apetece, haz un poco de memoria y dime, en la última semana, en que momento has sentido que la Felicidad recorría tu cuerpo. Para predicar con el ejemplo voy a empezar yo.
Creo que fué el lunes. Si, estoy seguro. El lunes, como cada noche, hablé por teléfono con mi pareja, Maribel. Como trabaja fuera, el móvil es testigo de nuestras vidas, al menos entre semana. La lluvia, el trabajo, los estudios... Hablamos de nuestras rutinas, pero, hubo una noticia que sonó a música divina en mis oídos. Y en ese momento y en los minutos posteriores a la llamada, pues esa noticia cerró la conversación, sentí una FELICIDAD inmensa. De esa que te obliga a sonreir. Que te cambia hasta los colores del paisaje. Recuerdo que me sentí FELIZ y tuve la necesidad de gritarlo a los vientos.. Hoy lo comparto con vosotros.
La Felicidad debe ser constantes en nuestras vidas y no solo un momento fugaz, cierto. Pero hoy te propongo, si quieres, este ejercicio. Y tu, ¿qué?.