Son cosas mías...

miércoles, 17 de marzo de 2010

POR TI (Revista El Banquillo. Nº 5. Marzo ´10)


Aún recuerdo aquel momento como si fuera no hace tanto. La espera en mi casa, bufanda, bocadillo y agua. Los nervios como protagonistas y la ilusión desmedida. Venían a recogerme dos amigos. Iba a conocerte aquel día. Lo mio era la radio, estar atento al teletexto. No podía imaginar cómo sería verte en directo y sin embargo deseaba con todas mis fuerzas que llegara por fin la hora. Y el camino hasta Sevilla, Ciudad del Betis de entonces. A principios de los 90, yo era un chiquillo y tu dabas envidia. Ahora, ni lo uno ni lo otro, pero volvamos al recuerdo, que a mi no se me olvida. Llegamos a La Palmera, el ambiente ya se vivía. Era un partido cualquiera, cualquier partido de liga. Pero para mi, para mi, amigo mio, era como si empezara mi vida. Heliopolis, bastión verdiblanco. El Villamarín, estadio de la alegría. Mucho sol, casi verano, agüita fresca y pipas. El Celta, enemigo invitado, lo de menos en esta historia. Subir las escaleras y ver el cesped, no se paga con dinero y ver a mi Betis en su Estadio, de Béticos lleno entero, para mi fue el paraiso, un oasis en el desierto.
Como miras algo por primera vez, no lo vuelves a mirar. Para mi todo era nuevo y aunque el Villamarín fuera pequeño, me pareció monumental. Jugadores calentando, la gente cantando tu nombre. Al poco empezó el partido y yo, desde aquella grada de Gol Norte, no pude dejar de mirarte, saltando como un resorte, cada vez que sonaba un ¡uy!, o llegaban tus goles. ¡¡Gol del BETIS, gol del BETIS!!, se acabaron todas las penas. Dulce veneno, sin antídoto, el que corre por mis venas. Sentimiento inagotable, en las malas y en la buenas.
Ya han pasado algunos años y han cambiando muchas cosas y, aún sin dejar de verte, apenas te reconozco. Yo sigo siendo aquel chiquillo, orgulloso por defenderte. No me queda más remedio, aprendí a quererte. Nunca me han importado los títulos echos de latón, para mi no hay mayor título, Betis de mi alma, que llevarte en el corazón.

Me cuesta alegrarme, al tiempo que lo haces tú. Para ti es solo un juego y lo sigues desde hace poco, sin embargo ya has celebrado algunas Copas y otros logros. Se me hace difícil reconocer que en lo deportivo la tinta que escribe es solo roja. Te sientas a ver el partido, ya no te pierdes ni uno, yo hago el intento de acompañarte y trás el pitido final, soy quien más ha sufrido. Otra victoria más. No hay quien los baje de la nube, ¡será posible!. Jornada trás jornada, vais sumando temporadas, la Gloria parece cerca, al menos estais en el camino.
Con esto de la rivalidad, rivalidad mal entendida, se me ha olvidado recordar que eres tú quien día a día, me ha ido enseñando a caminar. Hago examen de conciencia, debería compartir tu alegría, llevamos la misma sangre y también por ti vivo esta vida. Sigues siendo mi mejor Maestro y hoy me has enseñado una nueva lección. Por ti he cambiado, sin pensarlo, mi manera de mirar a Nervión. Equipo de mi ciudad. Representa a media Sevilla, miles de seguidores tendrá, y más de 100 años de vida. Todo eso está muy bien, no lo vamos a negar, además está lo de los títulos que da más autoridad. Sin embargo no te equivoques, no es por lo que te voy a envidiar, lo que más enciende mis celos, escuchame, de verdad, es que, me guste o no me guste, eres el equipo de mi Papá. Por eso sin que me tiemble el pulso, hoy te quiero dedicar estas pocas letras, cargadas de sinceridad. No me ha costado escribirlas, más me costó entender que no hay nada en este mundo que tenga más valor, que compartir lo que tú sientes, que compartas lo que siento yo.


Manuel Domingo Jiménez. Colaborador.