Son cosas mías...

lunes, 16 de enero de 2012

PRINCESA





La fecha estaba fijada en el calendario desde hacía no mucho pero en mis ganas hacía bastante tiempo que flotaba el acontecimiento de ayer. El Bautismo de Sara empezó hace muchos meses cuando Manuel y Elena nos dijeron que esperaban una nueva hija, que la llamarían Sara y que querían que Maribel y yo fueramos los padrinos. Suena bien y sienta aún mejor.
Ayer se bautizó mi ahijada en la iglesa de San Vicente, dónde mismo lo hizo su hermano y donde mismo se casaron sus padres. La luz era tenue, casi de velas y cirios únicamente. Solo estabamos familiares y unos pocos amigos. Fue todo tan íntimo, tan personal que no paré de sonreir en ningún momento, aunque por fuera pudiera estar serio. Ella estaba preciosa, conforme, tranquila, segura. Como suele pasar en estos casos, el día fue muy estresante y pasó volando. La celebración en El Viso, con toda la familia y los amigos ya. La comida, la bebida, los regalos. También era el cumpleaños de Daniel.

Cuando me he levantado esta mañana tenía una sensación de melancolía inusual. Fue un día tan especial, tan emocional, tan esperado y deseado. Un día tan fraternal, real e intenso. Hoy solo me queda el recuerdo eterno de un momento fugaz, pero es tan suficiente que no necesito nada más. Ni fotos, ni videos, ni anécdotas. Ni siquiera nombrarlo más. El placer extremo del recuerdo. Ahora, Sara es cada día de un presente inocente y bello que no es preciso evocar, pues está sucediendo. Solo se disfruta. Un beso ahijada. Te quiero.

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